Resumen de los fugitivos
El
rastro moría al pie de un árbol. Había un fuerte olor a negro. Perro estaba
cansado y pensó que tal vez cimarrón estaba escondido arriba, pero ya no
pensaba tanto en eso pues ahora olía a hembra.
Perro
se volteo cayendo sobre sus patas. Las campanas del ingenio, lo enderezaron las
orejas. A veces olía a negro, luego se echó a correr hacia el monte, olía a
hembra pero se perdía en las hojas. Perro se desvió de la pista invisible, para
arrojarse sobre un hurón. Pero se detuvo de súbito, unos ladridos descendían de
la montaña, no eran los de la jauría del ingenio, se oía una gran batalla y
echó a correr en sentido inverso; olía a negro, ahí estaba el negro, y cuando
estaba por arrojársele, los ladridos de la montaña lo obligaron a dejarlo
vivo por temor.
Luego
se fuero adormir juntos y en la mañana de un salto se levantaron por el hecho
de haber dormido juntos. El perro ansioso de tomar dueño siguió a cimarrón,
ahora ya no olía a hembra ni a negro, sino blanco; había que huir.
Perro
y cimarrón echaron de menos las comodidades de la hacienda pero se empezaron a
acostumbrarse al campo; en el monte había frutas y por suerte hasta perro sabía
comerlas.
Se quedaron
en una caverna como casa pero se tuvieron que ir pues perro al escarbar un
hueco encontró un cadáver. El miedo los dirigió a otra más pequeña donde cimarrón
cabía de andando de cuatro patas pero era mejor que aquella casa llena de cadáveres.
Al ver que ya no venían batidas decidió cimarrón acechar la carretera principal
esperando algo mientras perro jugaba entre las plantas. Un día un carruaje apareció
y ya que perro tiempo que no sentía ser más rápido que los caballos corrió ladrando
y mostrando los dientes al párroco y el calesero, al momento se volcó y el
suelo se cubrió en sangre.
Negro
estaba por castigar a perro pero vio que no todo era malo pues se cogió las
pertenencias de los difuntos y volvieron al monte. La primavera los sorprendió,
ambos tenían un pésimo ingenio, mientras perro mataba insectos cimarrón
esperaba más que nunca. Ese día no hubo nada así que fueron a la hacienda y
cimarrón se hecho sobre una negra y cayo los gritos; perro detuvo a la perra
inglesa que se encantó con el olor de perro.
Cimarrón
era cada vez más imprudente, acechaba a cualquier hora, estaba viviendo en un sobresalto.
Pasada la crisis primaveral, perro se mostraba oposición a los pueblos. Un día cimarrón
entro a casa de una mondonguera, y luego
lo sacaron desnudo, perro oyó al mayoral del ingenio y salió corriendo.
Sentado
en una cornisa la tristeza dominaba a veces a perro pues ya no era lo mismo. Cazando
sin cesar se había hecho más tolerante. Llegando otra vez la primavera se olía
a hembra y esta vez siguió el rastro y se encontró con los jíbaros en una
batalla derroto al más viejo y se fue con la perra gris. Junto con los gris
cazaba, y en bandada siempre cuando era un venado era tarea de días pero
siempre lo mataban. Los perros combatían entre sí por las hembras.
De pronto
el hombre apareció, de inmediato perro reconoció a cimarrón pero recordando la
vieja consigna mayoral dio un salto y le mordió el cuello. Ahora como no olía a
hembra los jíbaros descansaban mientras perro y la perra gris se divertían como
nunca. Al fin dio la orden y se perdieron en lo alto de las crestas arboladas